En primé lugá, ¡ola! ¿ke ase?:
En segundo lugá, y despué de un año y medio reflexionando pa escribí este pó, me gustaría hasero partisipe de mis reflexione más profunda que he pensao en tó este periodo de tiempo.
Una pregunta que ma tenío preocupao es la siguiente: ¿Somos librepensadore o semo sumiso a lo que piensan los demá?. Hay que sé un poco inteligente en este sentido, siempre y cuando tengamo inteligensia, porque sino la tenemo ¿pa qué carajo sirve esta pregunta?.
Si somo inteligente pa unas cosa, ¿por qué no queremo serlo pa otra?. ¿Por qué vemo los defesto en los demá y no los vemo en nosotros mismo? ¿Por qué defendemo a un gobierno, si tó lo que está hasiendo, lo ha hasío fatá? ¿Por qué buscamo una alternativa política donde no hay políticos? ¿Por qué reclamamo tantos derecho sino sabemo levantarno ni con er pié isquierdo? ¿Por qué astuamo a imagen y semejanza de los demá y no astuamo por nosotros mismo? ¿Por qué defendemo lo indefendible como si en ello se nos fuese la vida? ¿Por qué aplaudimo cuando tendríamo que abucheá? ¿Por qué no alsamo la vó cuando nos quieren cortá la lengua? ¿Por qué seguimo viviendo del pasado, cuando estamo muriendo en el presente, en vé de intentá sobreviví en el futuro?, esetera, estera, esetera...
Pa respondé a to estas preguntas, hay que mirá en el interió de uno mismo, sé sinsero, humilde y crítico con nuestra propia forma de sé. Hay que abrí la mente y pensá sin perjuisio alguno. Hay que sé honesto benefisiándono de la honestidá de los demá. Hay que sabé sé objetivo con nuestros pensamientos y consecuente con nuestros rasonamiento. Hay que sabé desirle a nuestros rasonamiento, que nuestra palabra va implísita en nuestro comportamiento.
Hay que dejá de sembrá lo malo pa podé recogé lo bueno. Hay que dejar a un lado el cinismo de la cultura cuando se alimenta de los conosimiento de la incultura . Hay que vivir la vida con esperanza, ilusión y cariño. Hay que ser pobre para sentirse después más rico. Hay que soñar despierto, no vale luchar dormido.
Vivimos en una sosiedá ausente, que aun siendo valiente, no avansa andando de frente. Corremos hasia atrá, ni siquiera a donde nos lleva la corriente. Por la boca salen nuestros convensimiento, pero aunque nos hierva la sangre, quemamos nuestras palabras en la hoguera de los vientos. Nos caemo a un abismo sin camino de regreso, y no nos interesamos por reservar un billete de tren que nos lleve a donde nadie nos obligue a viajar. Agarramos un vaso de vino y nos lo echamos por encima desgranando en una barra de bar un mundo de hipocresía y de mentira. Y ese mismo vaso, luego nos sirve para brindar por promesas incumplidas en la falta de respeto hacía los derechos que nos requisan. Y ese mismo vino que riega nuestra sangre, se coagula después en nuestra rebeldía, nos paraliza el corazón y nos congela el alma para que nuestra rabia se convierta en desgana consentida.
Seamos libres, pero seamos consecuentes con la libertad que elegimos. Seamos demócratas, pero seamos consecuentes con la democracia que elegimos. Seamos revolucionarios, pero seamos consecuentes con la revolución que elegimos. Cada cual que elija su camino, que asimile sus decisiones y se responsabilice de sus comportamientos, porque después no tendremos tiempo ni para perdonar un arrepentimiento.